Aún sigo sin salir de mi cuarto, estoy encadenado a esta carcél, mis cadenas son el recuerdo de tus caderas, las semanas traen consigo polvo en los esteras, todavía nobles por preservar tu huellas.
Las ventanas no las abró, la luz me quema y me produce llanto, más me lástima el recuerdo de tu mirada, que solo me juzga y no confía, en este amor que solo fía a tu persona la travesía inmensa de encontrarse nuevamente por esa vía.
Mi cama sigue sin tenderse y vacía, pues con cautela cuido tu perfume con el temor de que algún día, se esfume, no se como logré mantener tu aroma tanto tiempo, quizás fue solo la incertidumbre si también se quedaría en mi cuerpo.
La silueta de tu sombra prevalece en mi recuerdo, y ronda por la paredes de mi pecho, se desboboronán; cual ceniza que cae al suelo, solo basura en los cimientos hay, en esta habitación que fue el pateón de nuestro amor, ya ni siquiera barró los escombros esperando que algún día se conviertan en vos. Ahí donde mi mente permanecé.