Tengo un duendecillo en coral negro,
que una noche clara y cálida,
me compré en Oaxaca
lo pagué por sólo algunos pesos,
tiene una guitarra en el espaldar
y un sombrero, en nácar
Creo que el ingenuo tallador no supo
que la maravilla de sus manos
destilaba magia
y que por las noche cuando duermo
Sale caminando de puntillas el truhán
y por el techo escapa…
Pero siempre vuelve amaneciendo, muy feliz
mojado de sueños, desde el pelo a la raíz
Viene y me susurra loco, cada amanecer
cosas que aprendió de ti, y sueña con volver
Y para mi, cuenta el desliz
con vocecilla, que disipa lo infeliz
y en mi oído, cuenta su farra
mientras recuerdos amarra
sospecho que en cada día
me inventa en serio, la poesía.
Canta su canción enamorada
que aprendió entre sus vagancias en tus sueños
de tus madrugadas
Mientras sujeta resentimientos
barre odios y lamentos que los días
dejan en mis momentos
Y para mi, vuelve a volar
hasta tu cuarto, sin siquiera descansar
y para mi, cuenta tus sueños
y nos sentimos bellos de ti, dueños
Sospecho que en cada día…
Me trae por tu razón, la poesía.