Esta lluvia que ciega los cristales
trepando por los siglos, por los huesos
y ese niño con el rostro perdido
arrullado en el grito de la nada
Hasta cuando, señores, hasta cuando
se sacude sin llanto la miseria
a veces me pregunto lo que pasa
al placer de cambiarse, de camisa
La lluvia que contemplo y no me moja
de tantos que mueren por culpa ajena
y le pregunto al buen Dios, hasta cuando
consentirá tal crimen, tan horrendo
El calor de esta fiebre que os ofende
es mi pluma, en su lucha por los niños
y si vengo ante vos para quejarme
es por el fiero ardor de mis amores
Mece el aire las sombras suavemente
ondula el tren por la campiña verde
un nuevo amanecer habrá mañana
pero cuando amanece al niño pobre
Terrible es contemplarlos marchitados
reflejando su cara la de un viejo
a pesar de tener tan pocos años
a pesar de que mueren poco a poco