Llega un punto
que de tanto tiempo
estar rotos
buscamos refugio en la oscuridad
y la convertimos en nuestra luz.
Dejamos que la soledad sea nuestra amante, y nos hacemos ovillos
cubriendo con mimo nuestra alma,
y dentro de todo ese torbellino
encontramos algo
que nos hace sentir en paz
y le ponemos nombre.
Felicidad.