Hoy e comenzado, labrando mi mente con la poesía de mi hija,
preparo sus poemas para reproducir su libro una vez mas,
Y al escribir … otra vez siento su dolor en mi cuerpo.
Siete años, pasando duros latigazos en el hospital,
con el miedo en la boca y con sus manos empapadas en sudor,
mirando cada vena perforada y cada liquido entrando sin piedad,
me imagino el miedo navegando en su cerebro.
tratando de librarse,
de los oscuros pesares que le hacían negros sus amaneceres
con sus ojos cerrándolos de vez en cuando
para poder llegar al final,
su frágil cuerpo, dando mas de si a esas violentas situaciones,
esculpiendo el mal en su sangre,
dejándose llevar por camillas doloridas de tanto caminar,
rumiando en su mente mil negros pensamientos,
agarrándose al recuerdo de sus hijas constantemente,
como si fueran un leño en un embrutecido mar,
sus lagrimas y suspiros encerrándolos en la huerta de su vida.
Clamando al soberano criador de almas,
que le diese un poco de fuerza mas
rogando con sus oraciones, que el dolor se mitigara un poco
rodando entre sabanas arrugadas
y desechando aquello, que la hacia dudar de su lucha.
Mis recuerdos son de admiración, por su gran humanidad,
por su gran fuerza y por su dulce ternura.
Siempre tengo tu nombre en mi boca,
y mis labios en tu frente.
Duerme hija que pronto llegara papa.
P.M. Pedro Monroy Gemio