¿Quien diría que eran hombres libres?
no hay en la foto
ni siquiera una sonrisa
de esperanza, solo esperan
resignados, una hogaza,
un simulacro de comida.
Como en los pasados siglos,
si no eran las guerras tan
duraderas que parecían eternas,
eran las desvastadóras epidemias,
las calamidades no eran cortas.
La peste transformaba las
calles y plazas en anárquicos
cementerios, sombras oscuras
las de aquellas edades.
Siempre vuelven las hambrunas,
las guerras de ahora son más
efímeras y más mortales, y vivimos
con la vana ilusión de unos ideales
en los que solo creen unos santos
que no subirán a los altares.
Ya los púlpitos desde donde se
predicaban las cruzadas, son los
consejos de administración de famosas
y luminosas instituciones financieras,
donde no se invierte, se apuesta,
aquellos que hace pocos días
prosperaban no adivinan en el mapa del
tiempo donde tienen su origen las malas
nubes negras que visten de luto de luto
la tierra.