A veces siento tan áspera
tu mano vacía,
llena,
harta de vacío...
y sé que en ella anida
la caricia extrema
el anhelo extremo de la compañía.
Creo ver tu mirada dura
en cada azote de viento
y tu dulzura amante
en el balanceo de las ramas
que cimbrea el aire.
Presiento
tu abrazo intenso en este invierno seco.
Imagino tu boca,
ansiosa,
derramando poemas por mi cuerpo.
Pero el hecho es que me encuentro
paseando sola por nuestros sueños.