En la noche, entre las sombras, nubes yertas de frialdad,
Me rodeaban los recuerdos, de nostalgia y ansiedad;
Me devoraba el pantano con su hocico tan voraz
Y me partía los huesos rudo viento de metal;
En desierto solitario nada podía alcanzar
Ni siquiera un mendrugo de algún olvidado pan,
Menos una gota de agua con que pudiera saciar
Esa hambre, que me mataban, esa sed, en mi final;
No pedía más auxilio, tanto era mi pavor,
Que aceptaba mi destino, de caída, sin amor;
Sin embargo en mi silencio, en mi desesperación,
Esperaba ese milagro, esa ayuda superior,
Nada, nada yo encontraba sino vana decepción,
Sólo muerte, sólo polvo, en marchito corazón…