Fabricio Terán

Canción de la distancia

Amor mío,

hemos ido dejando

nuestras huellas

en el vacío,

y hoy están brillando,

como estrellas,

por añorados caminos

que aún no hemos transitado…

juntos… Y los besos que, tan bien,

hemos lanzado

lucen sus joyas en rutas silenciosas,

mi bien,

y se han calado

en las alas de todas las mariposas…

Y ya no se van,

ni con el frío de la lluvia;

sino que, con mucho brío,

en las noches, se juntan…

Y alegres adjuntan

tantas cosas bellas, que no tienen prisa,

a nuestra vida…

Y, por lo tanto, no se pierde la sonrisa

de nuestras bocas,

pese a que viven tan lejanas

entre sí; ni de pena se alocan

nuestras almas…

Cuando en las mañanas

despiertan sin mirarse

en los espejos de sus cansados ojos…

No hay por qué amilanarse,

porque, aunque ausente estés, amor soñado,

siempre te escojo

de entre las flores que se abren en el día,

haya sol o luna, y te llevo

en el cierre de mi pecho

y siento tu calor…

Y, con derecho,

te llamo mía,

solo mía, para darte mis caricias…

Y, de lejos, llega a mis oídos

el eco tan sublime de tu risa

–lo escucho fuerte–,

y entonces todo… Todo tiene sentido;

Inclusive, el más agudo dolor:

¡NO TENERTE!

 

Amor mío,

hemos ido dejando

nuestras huellas

y amándonos,

como enamoradas estrellas,

pero sin alcanzarnos.