Enrique Obregon

Aliado de armas

 

La soledad se hizo escasa.

El sendero se corta abruptamente

y marchamos de vuelta sobre nuestros pasos.

 

Necesidad de ti,

¿No te basta con el cielo de sus ojos

para deslumbrarme?

 

Quisiera ser más que el náufrago que encalló en tu mirada,

agita tus ansias

y huye temeroso de la alta marea.

 

Te amo y me siento pobre, triste y escaso.

Yaces dormitando entre tu pasado y la realidad,

osadamente me confundes con alegría,

entonces te temo

y me ahogo en el vaivén de mis cavilaciones.

 

Espadas borrosas emergen tras el olvido,

no te inmutas

y me pregunto si estás rota.

No lo veo,

no te veo, permaneces indescifrable.

Tal vez la soledad se hizo ya demasiado escasa.

No quiero,

no quiero que te marches sin hallar tu nombre en esta página salada

y tras la humedad

 

   mi afecto.