Cayó de nuevo la noche
sobre mi casa, y siento
su respiración en el cuello.
Ya no queda ninguna luz
para combatir las pesadillas
y me rodean como jauría.
Cayó de nuevo la noche;
y la anatomía de mi cuarto
se retuerce, se contorsiona.
Las paredes se estiran
hasta tocar el infinito,
los muebles agonizan.
Cayó de nuevo la noche
y trae consigo, voces viejas
que me alegro al escuchar.
Todo está embadurnado,
perfume de muerte, y yo le sonrío
al infierno de la ausencia.
Cayó de nuevo la noche;
y se dispone el escenario
para un reencuentro negro.
Ya no más niño y espanto.
-Somos ahora, amigo mío,
hombre y demonio derechos.
Cayó de nuevo la noche,
llevándose la flor del cielo;
y así despunta el espino.
Más ya no hay miedos,
solo ríos de pláticas, Confesiones
como ejercito de sombras.
Cayó de nuevo la noche
y yo renazco muerto;
libre como un esclavo eterno.
Me dispongo a existir valiente,
me obligo a esperar el tren
que expiró, y sin boleto ni destino.
Cayó de nuevo la noche
decorando mi vida, matiz
de merecido averno.
-El fuego nos envuelve, soledad;
por fin en mi hogar, el valle
de la elegante desesperanza.