Cuando hablamos del tiempo
de qué hablamos,
¿no será que hay palabras como lluvia, árbol, cielo que están hartas de ser
y en realidad
sólo existen a expensas de que alguien
con verdor en los labios las pronuncie?
Cuando hablamos del tiempo es que no hay tiempo
para hablar de las cosas que nos sangran,
que no hay tiempo ni arrojo ni coraje para mirar de frente,
ver cada cicatriz que hay en el aire y abrumarnos
con mentiras agónicas.
Y así
vamos llenando las páginas de días que no existen,
sin saltar en añicos,
sin herir al contrario,
así vamos clavándonos agujas de ansiedad en los muslos,
jugando a un no sé qué ya dando la espalda
a las puertas prohibidas,
al dolor
y al deseo.
¿Qué dirás cuando un día te despiertes
y al levantar las sábanas te encuentres que están llenos tus brazos
de hormigas musicales y en tus dedos
se amontones las nubes?
Seguramente habrá quien te remida diciéndote:
qué bochorno,
este tiempo resulta insoportable.