Tropel de gotas doradas
de súbita impaciencia, das,
en tu poco a poco, a conciencia,
con el esmeril de mi bondad.
Desgaste de vuelta e ida
del molino, muela volandera,
doy a un tiempo harina de vida
empapada en tu solera.
Pare un momento molinero
deténgase!, lento el giro!
brote la harina de sus labios
aun secos de amor, digo.
Despacio!,
Que la muela muela,
muela que siga,
siga con su baile,
baile con la espiga.
Que sufra el pasar de la espera
que la espiga pida ser molida,
que ruegue el duro de la piedra
antes no hay baile, no hay vida.
Que cuando la harina esté a punto
de tanto roce con la muela,
del fino polvo exploten juntos
molinero y molinera.
El aire se hace tan pequeño
que los pulmones no llena,
extasiada la piedra, de harina
al último grito, plena.
Levitan en última instancia
en desordenada cadencia,
entropía, reverberancia,
le petite mort, la inconsciencia.