Mis sueños me llevaron
por tierras extrañas
nunca pisadas
por hombres de espada
y mucho menos
hombres enamorados.
Era un bosque
de árboles verdes
y niebla gris.
A los pocos pasos
ellas
estaban juntas
abrazadas
de temor y gracia.
Al verlas
me detuve
y de mirarlas
la vista bajaron
canturreando
suavemente plañido canto.
Sin dar un paso
escuché
la brisa
cantando entre las ramas
y el aleteo
apresurado
el abandono
placentero del ave
que llenó el cielo
con infinitos colores.
Las musas
dejaron de cantar
y lentamente
levantaron la mirada
hacia mi
buscando las armas
los brillos
de metales
…..
Yo solo tenía
las manos vacías
de versos
ya dichos
……
palabras
solo eso
había dejado
como huellas
de mis pasos.
Las tres
se fueron
por donde vine
en cada paso
que había dado
ellas se perdían
entre las infinitas líneas
de mis poemas.
Quedé solo
con los ecos de sus voces
en esa niebla
que lo ganaba todo
solo los árboles
subiendo al cielo
y yo
sin armas
ni metales con brillos
vestido
de letras
simples letras
de amor.