Mi terciopelo acaba prisionero
enrejado por un oxidado carcelero
al hilo del Lucero.
Hambrientos rayos guadañeros
amos de relámpagos, fatiga y pordioseros
me bañan de gotas de cera y tengo
pulso sonajero.
A dentelladas saladas
con besos eclipsados
de celosos labios me
pierdo el ritmo del astro majadero.
Mis venas escarban en los rincones
el alma se me va de puntillas
con la cizalla en las costillas.
Y me deja una diadema de sarna y escama.