ardes con la sequedad
de quien buscó la salida
observando las constelaciones
en las cornisas del silencio
se incineran los verbos de Caín
criaturas del aire sobrevuelan
el instante que se condensa
para manifestar su apego
desvencijado destello que impide
escuchar las argucias de la madera
nevada omnisciente de impertérrita caligrafía
reminiscencia de limbos funestos
sepulcros de aire
cuando el arpa se seca en nuestros labios
y decide la dirección del viento
ingresar con la lucidez que confiere la edad perdonada
en la arquitectura tortuosa del aguafuerte
que surca el cerebro enfríado por la vista
esperas que sea un sujeto marsupial
al que miraste con la fiereza
de una noche destetada por la luna
alta juventud que puebla el deseo de intimidad
y que convoca su ilusión en las pieles
corazonada intervenida de sinrazón
nunca verás un gorrión desganado
en su pequeñez insensata
brincan sus cuellos en la mesa del agua