Señor…
Venga cansado de caminar mi mundo
Vencido por el peso del destino
Que veo castiga sin piedad e iracundo
Al pobre que no encuentra su camino
Señor…
¿No es posible aliviar de cargas tan pesadas
A aquel que vive aferrado a la mancera del arado
Con penas, sin esperanzas de cambiar la nada
Y que aún en la pobreza es hombre honrado?
Señor…
Cuando hablo del que aferra la mancera del arado
Estoy hablando del que crea las riquezas
Con el esfuerzo de sus manos hecha pedazos
Sin poder salir de su estado de pobreza
Señor…
¿No es posible ablandar el corazón del rico
Para que pague los salarios ajustados?
Seguro su bolso no será más chico
Y con el merme de su tesoro no habrá enfado.
Señor…
¿Y concientizar también al empresario
Para que entienda que al obrar con ambición
Está quitando el pan al indigente a diario
Y está transformando el esfuerzo en desazón?
Señor…
¿Es mucho pedir que quienes nos gobiernan
Sean más sensibles con los pobres
Y al establecer las leyes entiendan
Que hay que ayudarlos para que no zozobren?
Señor…
Te pido nos des un corazón fecundo
Noble, generoso, misericordioso y austero
Para erradicar la maldad de este mundo
Y el vivir sea de verdad placentero.