Yo te venceré, agresión absurda
que acosas y perturbas,
la divina juventud de su armonía
ensamblada en su lúcido intelecto
y la dulzura de su ser apasionado.
Quieres quebrarla sin motivos
y la atacas y la hieres,
porque crees verla indefensa y sola.
¿Piensas acaso que no me interpondré
para ser escudo y puntal de su existencia?
No serán coplas al viento, ni jactancias
mis armas aceradas.
Será esa sombra de castaños majestuosos.
Y mi piel a su costado.
Será el jardín que la ilusiona.
Y mi voz en susurros recurrentes.
Será la misma vida que ambiciona
y la placidez de mi mirada.
Será el recuerdo de sus risas y mis risas
y mis manos y sus manos en caricias.
Serán esos faroles en la noche
y ese parque sin gente.
No podrás con tu aislamiento insano
romper su delicada filigrana,
pura orfebrería de su alma inquieta.
No podrás, pues la ha tallado
en valores superiores que te exceden,
como en mucho te excede el mar salino.
Y no podrás,
porque yo estaré a su lado.
De mi libro “Soles y de escarchas“. 2004 ISBN 987-9415-17-5