Vamos, el momento es mortal…
Tu nuca trae presagio de ebullición
Mis manos se queman ansiosas por profanar tu piel
Tus íntimos rincones.
Soltar la tira de la perversión
Para observar los visos
Que dejan ver tus pechos y tu vientre
Me atrevo a no tocar,
Para no perturbar
Esa calma de poros erectos que me señalan.
Más bien, muero por marcar tu espalda
Con suspiros de mis últimos deseos.
La punta de mi lengua,
Sueña con dibujarte todita en mi lienzo de pasión,
Las yemas de mis dedos, como pinceles,
Buscan entrar y moldear tus orificios y alrededores.
El calor de tu energía,
Excita mis movimientos corporales;
Que no se deciden si atacar con ternura,
O bombardear con violencia desgarradora,
Tu humanidad satín, fulgurante y frágil.
Pudiera tocar una melodía arrolladora,
Con mis ganas en lo blando de tu pubis
Y de poco a caricia,
Penetrar de manera forzada tu vientre,
Despiadado y suave, suave y despiadado,
Una y otra vez,
Buscando la incomodidad provocadora de placer.
Pupilas que titilan en pos del orgasmo eterno y explosivo,
Ya el vino sale por tus poros y me lo bebo con todo mí ser,
Almas que se estrechan en un vaivén de caricias ardientes sin fin.
Conseguir experimentarte en cuerpo y alma en este punto, donde no hay cuerpos; hay dolor, hay placer, hay comunión profana…hasta llegar a la pequeña muerte vibrante…
Resucito en tus brazos tiernos, mía.
Despierto.