La leche de tus pechos, que bebí cuando pequeño
me dierón fortaleza y ánimo para vivir
fué una fuente de esperanza, sabor a miel en mi boca
y esa esencía es maná para mí
curó el dolor de mis venas, casi rotas
y en esa batalla de sufrimiento , yo vencí
es verdad, que es amarga la derrota
en el campo de batalla yo me ví
en mi mano la ensangrentada espada
sudor y lágrimas en el yermo y en mi cara
fuístes el amor sin palabras, de mi alma el elíxir
y es verdad que caí una y otra vez
pero tu me distes la mano y me levanté
y gracias a tu amor y tu ternura, yo vencí
y hoy con todo el cariño del mundo
yo, con lágrimas te recuerdo así
mamándo en la fuente de tu pecho
aquel dulce aroma de flores carmesí
y soñaré con las estrellas, que alumbrarón
aquella tan tierna escena, una noche de frío eterno
y el sonajero de papel sobre la cama
y una habitación humílde y sencilla
y una pálida luz de aceite, sobre la pobre mesilla
triste escenario, calvario de un poeta gris
pasarán los días y los años y nunca lo olvidaré
porque aún llevo en los labios aquel dulce sabor a miel
y que sirva de testimonio mi rosarío de palabras
adorando el seno de aquella dulce mujer
que me dió el corazón y la vida y el alma
con la leche de sus pechos, que cuando pequeño yo bebí
un surtidor de esencias y colores, una explosión
un manantial de mil amores para mí...
A mi madre.