He vuelto a recorrer
el jardín
aquel, olvidado,
desnudo, donde florecieron
los rosales,
y las espinas, deshojaron
la fragancia de la brisa,
esa que brotaba de lo hondo
de las blancas nubes,
(Espumas salinas,
que besan playas estériles)
del rojo mar
desierto.
Ahí donde se calma
la tormenta,
y se despeja el cielo,
ahí donde es torva
el andar de tu sombra,
(Opaca luz de las horas muertas)
Sonoro silencio,
que esparce las notas,
sobre el campo
tembloroso,
de lánguidas hojas.