Adornaste el crepúsculo al pasar,
y se abría mi corazón
junto con una flor de sakura,
ilusión,
rayo fulminante de pasión,
que opacó la luz de la luna.
Una tímida flor blanca de cerezos,
anunció la primavera del amor,
en un vasto campo desierto que
puso fin a un largo invierno,
frío, oscuro,
carente de luz y color,
en la tierra, semejante infierno.
Los árboles de cerezos de hoy
alfombras de pasión dibujaban
y el frío ya no recordaban,
radiantes,
como los sueños que sembraron
y las tristezas que acababan.
Nadie recordaba el nefasto tiempo,
nadie pensó que acabaría
la primavera,
sus risas y sus sonrisas
que muertas, el invierno traerían.
Así cayeron todas las flores,
remecidas con vientos de decepción,
viendo el suelo floreado,
ninguno pensó en los cerezos,
hechos ramas tristes y solitarias,
invierno,
frío, oscuro,
carente de luz y color
con sus soledades temerarias.
En la espera no vayas a desfallecer
y recuerda tú, como los cerezos,
que algún día regresará,
radiante, apasionada,
llena de besos,
esa primavera,
que a tu pecho lleno de ilusiones,
con flores renovadas, volverá.