Esta mañana.
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Esta mañana,
te enredaste en mi
pensamiento, como
en los muros
las campanillas y
la hiedra…
mientras que el sol
se desperezaba por
encima de las
casas, despejando
las brumas con los
rayos de su luz,
y alentando la vida
con las llamas de
su fuego.
¡Todo era paz
en aquellas horas tan
tempranas…!
¡Los tejados y
las azoteas, se llenaban
de destellos de color….
y el aura de levante,
me traía
-como un botafumeiro-,
el aroma de
la menta y el romero y
el de los tilos y naranjos
en flor!
Elevé
mi pensamiento y
respiré profundamente,
para oxigenar mi sangre y
vivificar mi cuerpo…
y después, me puse a
escribir este poema
en una hoja de papel,
para plasmar toda la paz y
el amor que sentía en
aquel momento…
¡Aquella emoción se
transformó
en un manantial de
tinta azul, que vertía
en cada estrofa de
mi verso… y tus curvas,
y las fresas de tu boca,
en caricias que
provocaban el gozo
de mi pecho!
¡Oh, quisiera
desplegar mis alas,
para volar como los
halcones peregrinos,
despojado de mis
ataduras y todos
mis apegos…!
¡El camino que
vislumbro en la lejanía,
me lo muestras tú:
mi placidez emana
de tu fuente, mi sed,
se sacia con el agua
de tu pozo!
Esta mañana
te imaginé, mientras
contemplaba el cielo y
el sol se desperezaba
por encima de las casas
y las frondas… dejando
en mi corazón la
llama del amor y la
esperanza…
¡y en el iris de mis
ojos, el cerco luminoso
de tu halo azul!
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Autor: Francisco López Delgado.
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