A fuer de ser sincero... (#1)
Pudo deberse a que nacieras tarde,
que yo naciera pronto también cabe,
que me digan por qué, si alguien lo sabe,
tardé una eternidad en encontrarte;
fue ese también, curiosa coincidencia,
el tiempo exacto que tardé en amarte;
antes no pudo ser, por otra parte.
Podría, en un exceso de inocencia,
creerme que quizá pudo haber sido
lo que ya no puede ser, si mucho antes
hubiéramos, por suerte, coincidido.
A fuer de ser sincero, no lamento
que no lleguemos nunca a ser amantes;
pues yo, solo con verte, me contento.
© Xabier Abando, 01/02/2018
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Difícil de encontrar (#2)
¿Por qué te encontraría yo tan tarde?
El hecho de nacer tú en los sesenta,
habiendo yo nacido en los cuarenta,
explica esa tardanza solo en parte;
habrían de pasar otros cincuenta
y dos años más casi, hasta encontrarte.
Y tú debes de ser, por otra parte,
difícil de encontrar, ya me doy cuenta,
cual un valioso tesoro escondido;
por suerte te encontré, eras adorable,
divina y te adoré, era lo debido.
Inmenso fue el placer de conocerte;
si hubiera sido antes, no se sabe...
mas yo feliz estoy solo con verte.
© Xabier Abando, 03/02/2018
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Tu no eras para mí (#3)
Quizá es que yo nací sin esperarte,
tal vez tardaste tú una enormidad,
el caso es que medió una eternidad,
que yo hube de vivir sin encontrarte.
Finalmente te hallé y, casualidad,
entonces fue cuando empecé a quererte,
antes no pudo ser, no antes de verte.
No he de pensar, sería vanidad,
que, de haber coincidido antes contigo,
habríamos podido, en este instante,
ser mucho más, quizá, que solo amigos.
Tu no eras para mí, ¡qué ingrata suerte!,
son cosas del azar, pero, no obstante,
yo puedo ser feliz solo con verte.
© Xabier Abando, 21/02/2018
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