Eres lujuria en mi vida,
perseguida tentación,
mi religión y mi patria,
mi ansiada perdición.
No le temo al Infierno,
y sé bien de lo que hablo,
por conseguir que me amaras,
vendí mi alma al Diablo.
A la condenación eterna,
estoy ya acostumbrado,
la sufro a cada segundo,
en que no estás a mi lado.