Sobre mis hombros,
pesa la ignorancia.
Vacilando.
Sujeta con grilletes.
Tenaz tortura.
Inquilina insistente.
Voraz depredadora.
Mezquina siempre.
Palpitando,
en mis sienes se cobijan.
Pulsos acelerados,
de locura.
Cambian de noche.
Regresan por el día.
En un carrusel,
de letanías.
Perdida la mirada.
Busca el fondo.
En el sutil infinito,
de la sima.
Sin encontrar respuesta,
a la llamada.
Ni luz,
en el filo de la nada.
Silencio sepulcral.
Negra y vacía.
Acometo,
Como cíclope,
la ausencia.
Dándole forma,
a la apariencia.
Fútil intento.
De natural,
grotesco.
En los bordes afilados.
Queda clavado,
el intelecto.
Aurora de cómplices.
Vestidos de claridad,
verse pretenden.
Susurran al oído,
dulces notas.
Para darle sentido,
a lo dormido.
Fresca la realidad.
Se asoma a verme.
Vieja se hace,
cuando muere otrora.
A. L.
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