Son estos sueños absurdos los que me mantienen despierta,
es la imaginación la que me juega en contra,
la que te desea incluso cuando estás lejos.
Es esta sensación de entendimiento, de complejidad,
de amor.
Pues estaba segura que era amor,
aunque el mundo se ría de mi ineptitud con las búsquedas de pareja,
con mi mala suerte,
con mi mal ojo, por así decirlo.
¿Y qué más da?
Aunque parecía lo más irreal del mundo,
a veces ni yo lo creía,
pero luego me pellizcaba sola,
abrazaba la almohada y sonreía,
porque un mensaje tuyo me recordaba que nada era imposible,
que tú estabas ahí en algún lugar
pensando en mi.
Ahora no.