La infelicidad de un niño
bajo un muro de silvidos
que destrozan hasta el alma
del pequeño ser querido.
La muerte sacó permiso
para tronchar muchas vidas
no habiendo pena ni gloria
ser otro ser de la partida.
El asesino cobarde
se ha entrenado en la vida
con ofensas gratuítas
paraje de mil bandidos.
Que siempre esconden las manos
disparando desde el escritorio
con hombre que por la paz
han hecho tremendo ofertorio.
La orden la recibí
del mandante clandestino
no importan madres ni niños
la muerte es su cartel.
No sabiendo de credos
la bomba los despedaza
no selecciona por razas
sino ganancia y poder.
Y aquel que lo fue a ver
con sus manitas cruzadas
una sonrisa contagiada
lo que de su cuerpo quedó.
No piensen, que si lloro
al ver esta tristeza
sus manos con entereza
las del niño cobijo.
Los dirigentes mundiales
gastándose teorías
la vida es solo un paisaje
que cambia todos los días.
Duerme Siria desgarrada
Asia llora desconsolada
Líbano muere en el desierto
con su gente desgarrada.
La muerte mejor negocio
para mercaderes de ella
que visten uniformes de oro
consagrados con estrellas.