Con mal disimulado disimulo,
venciendo mi atracción imperativa,
con una fijación casi obsesiva,
el umbral de tu puerta deambulo.
Pues según me parece y me calculo
cercana estás de mí e inquisitiva;
si ajena de tu propia iniciativa
con los abiertos ojos gesticulo.
A los tuyos, fielmente, hago señales,
observo si me miran, si suspiran,
y apruebo el cambio que a tu aspecto has dado.
Resueltamente infieles, desleales,
por parecer, mis ojos, que no miran,
¡cuánto tirón de rienda han soportado!
Gonzaleja