carlos obeso

Edipo

Dime que solo fue un sueño.

Dime que nunca dijiste lo que dijiste.

Que mis manos no asían tus caderas

mientras gritabas mi nombre

con cada embestida.

Que no suplicabas mi semen

para calmar tu locura.

Que no libé la miel de tus senos

ni mordí la fruta prohibida de tu cuello.

Dime que tus garras no arañaron mi espalda.

Que tu pelo no era fusta

azotándome el pecho.

Dime que no lloramos de alegría

al caer rendidos en el lecho.

Que la niebla no era sudor

que la noche no quemaba en nuestro aliento.

Madre, ¡Dímelo!

¡Dime que solo fue un sueño!