Los demonios aúllan sin piedad
y me persiguen bajo luna llena
quieren que el canto sea de sirena
ahogando bondad en tempestad.
Y cansada mis voz de oscuridad
enmudece..., en cadena que condena
mis gritos: al silencio de la pena,
con risas carmesí de falsedad.
Ya mis ojos no ven por el cansancio
tienen miedo al cerrarse del averno
que devora mis fuerzas al dormir.
Al susurrante coro lo distancio:
sin dormir, en acuerdo con infierno
mi descanso le ofrezco por vivir.
De Alma Libre