Con tedioso aburrimiento
contemplo mi alrededor:
¡tengo sueño!
Nada me otorga contento
y caigo en blando sopor
sin ser dueño
de cuanto a mi lado ocurre.
¡Ay que mi boca bosteza!,
con descaro
y una neblina discurre
en torno de mi cabeza
sin reparo.
Tras una larga jornada
de cansancio y de fatiga,
de regreso,
a mi casa, con mi amada,
por más que en mí se prodiga
con un beso,
no logra que me espabile…,
¡vaya desesperación!,
y es en vano
que me agite o me ventile
-o me muestre otra intención-,
¡qué desgano!
Ya sólo pienso en dormir
y no encuentro más allá
que la cama;
quiero entregarme y rendir
mi jornada..., y ojalá
no haya drama.
Siento mis párpados lasos
el cuerpo desfallecido,
¿y qué hacer…?
Sigo detrás de mis pasos
hasta el lecho: estoy dormido,
¡qué placer!
Gonzaleja