Una caricia, un abrazo prolongado
con el alma toda y luego un dulce beso,
darán comienzo a un viaje de embeleso,
por su cuerpo largamente deseado,
hasta dar con los confines de su alma.
Besaré cada centímetro cuadrado
de su cuerpo agradecido y entregado,
el deseo prenderá y la breve calma
dará paso a una pasión enloquecida
y allí todo, manos, lengua, fuego ardiente,
camparán por nuestra piel estremecida,
con entera libertad, con entusiasmo,
se acoplarán nuestros sexos dulcemente,
en un lúbrico vaivén, hasta el orgasmo.
© Xabier Abando, 05/06/2017