La palabra fuego no quema,
la palabra alimento no nutre,
la palabra caricia no hace sentir
toda la ternura que alberga,
porque las palabras nunca podrán llegar,
como el amor,
montadas en las alas de una mirada.
Yo sé que el viento se alimenta de palabras
y que atadas a una nube van el fuego y la caricia,
pero cuando la distancia es menor de esos cinco centímetros que nombras,
y nuestros cuerpos se tocan,
y tu caricia me alcanza,
y tú pronuncias mi nombre,
entonces es un incendio
¡para qué las palabras!
La palabra fuego no quema,
la palabra alimento no nutre,
¡ay, pero mi nombre...!