Negrita
Te presentí, te sentí y me enamoré.
Fueron tantas noches de febril insomnio,
tantas vigilias bordeando tu lecho,
con la firme esperanza que el tibio acontecer
de tus blancas sábanas de seda,
obligaran la desnudez de tu ansiado cuerpo
y el acanelado tono de tu húmeda piel,
quedara al descubierto,
invitando a mis ojos, hambrientos de ti,
a consumir lujuriosos el visual banquete,
de tan sublime tentación…
Pero el fuego hubo de apagarse,
cansado de esperar quien lo atizara…
Ron Alphonso
24 de abril de 2009