Fue un sábado, cuando dijiste adiós
a esta vida, pues tus ojos se cerraron,
y el color de tu rostro se tornó pálido,
tu alma voló pronto como esta oración.
Dejaste esta tierra dura y silenciosa
que te vistió de pena y con poca ternura,
te fuiste al cielo como toda diosa,
por tener el corazón tierno y un alma pura.
La vida es distinta desde tu partida,
los momentos felices se cruzan por mi mente,
te fuiste y me dejaste con la herida,
que matará mi alma muy de repente
Te fuiste y te llevaste la promesa aquella,
mis labios te llaman y escucho en silencio
la respuesta tan dulce, tan tierna, tan bella
como aquellas noches de amor tan precioso.
Hoy que estas lejos de mí y no puedo tenerte,
ni sentir tus caricias, ni tus tiernos besos,
hoy, es una nueva historia y empiezo a quererte,
por eso a ti en mis noches están llena de rezos.
No volveré a verte nunca más,
y nunca más, escucharas mi llanto,
Dios te llevó para llenarte de paz
y desde aquí te ofrezco mi canto.
Descansa en paz y deja tu dolor,
y recibe cada día mi oración,
fuiste mi sueño, mi gran amor
divina mujer dame tu bendición.
Pues tu alma está dormida, no has muerto,
vives, me miras, te ríes y luego te vas,
dime amor que no es así, que no es cierto,
que estas en mi sueño y callada estás.
Divino tesoro no me cansaré de llamarte,
y en silencio dejaré correr mis lágrimas,
mi corazón dolido no permite dejarte,
pues no has muerto, es un sueño nomás.
11 Marzo 2006