Le temo a tú cuerpo,
qué aún no toco,
qué aún no bebo.
En el que he de pregonar
la constelación blanca,
de tu ecuador celeste,
la esfinge dorada
qué mi boca apetece.
Porque he de revelar
cuántos son los besos que he de caminar,
desde el lóbulo de tú oreja
al paralelo ya en órbita
de tú proclamación como hombre.
Los corazones que he de dibujar,
desde el mentón afrodisíaco que te engalana,
al vértice qué a mí pupila habrá de dilatar.
Le temo a tú palabra,
a tú mentira,
a tú verdad,
a la canción que me has de tararear.
Temo a descubrirme una mañana,
con la sonrisa sin motivo confeso,
a enmarañarme de suspiros,
a esperar tú esencia sin previa cita,
sin previo aviso.
Llegando a consagrarte en líricas,
aún sin haber puesto tú manifiesto en mí herencia.
Temo a vivirte sin pretexto,
a hundirme en tu infierno,
a gozarlo sin reparo,
llegando así a la gloría,
conquistando el cielo.
Temo al minuto que se acerca,
qué me acecha y te revela,
porque en ese bendito instante...
Ya estaré enamorada.
Lore Cruz
Madrigal de Luna
©Derechos Reservados de Autor
Colombia-2018