No quiero historias ausentes
que empañen los eróticos instantes,
entre sábanas de miel, en un hirviente otoño.
No quiero maletas vacías, repletas de irremediables historias
ni baúles llenos de razones huecas que se disuelven en la niebla.
No quiero una cama fría que entorpezca la noche
sí total... al final todo se malgasta y solo queda el invierno.
No quiero llamadas sombrías en medio ¡del momento!
ni levantarme en la mañana con una sonrisa furtiva.
No quiero pintar colores en la tristeza
ni gastar energías en desamores errantes
ni despejar ecuaciones rotas
ni encuadernar carátulas de libros gastados
de corazones que ayunan en sus misterios.
No quiero ofertas baratas de esas que abundan
ni compromisos verbales
ni relaciones a destiempo
ni flores en blanco
ni noches plagadas de arrepentimientos
ni madrugadas astutas que se roben el alba.
No quiero el día a día de un amor
que duele en cada célula, si no queda
de ese sentimiento nada y de la nada nada se recuerda.