Cuando vi la sonrisa de las olas
El color ámbar de la alegría
Cuando sentí las caricias del viento
Supe que estabas allí
Cuando las flores se agachaban celosas
Escuché el tañido de vetustas campanas
Y hasta las sombras se escurrían recelosas
Supe que estabas allí.
Entonces cogí mi vieja guitarra
Afiné mi desgastada garganta
Y entoné una hermosa melodía
Para elogiar tú presencia
Las notas desgarraban el cielo
La melodía la tarde enternecía
Todo era música, y todo era poesía
Y era todo para ti.
No sé si escuchaste, no lo sé
Sólo sé que te fuiste rauda
Como quien huye del destierro
Como quien busca la inmensidad del cielo.
Desde entonces mi canto vaga
Por las inmensidades del espacio
Buscando consuelo, buscando amor
Desde entonces soy el trovador del cielo.
Lima 12 de marzo del 2018