Solemos ir y venir… buscamos encuentros casuales y tratamos de no perder tiempo para ver nuestros ojos; nos miramos mutuamente y sonreímos como perdidos enamorados. Corremos, ambos como locos al encuentro de aquel lugar que nos es testigo al sabor de nuestros besos y de la afección de nuestros brazos rodeando nuestros tibios cuerpos.
Nos empapa el anhelo del siempre juntos; nos cobija la compañía del uno y del otro, nos sentamos a ver estrellas entrañadas en nuestras almas para luego juguetearnos a cosquillas hasta hartarnos a carcajadas. Nos tomamos de las manos, nos rozamos el cabello, hacemos ruidos y gestos extraños con nuestras bocas sobre nuestras mejillas y ponchamos nuestras narices, y, volvemos a reír el uno con el otro.
De mí, es el llevarte por doquiera que vaya: En el pensamiento, muy adherida en mis labios; palpitante junto a mi tórax, incrustada en mis ojos y en el perfume de mi piel… de mí, es tenerte en mis rogativas al cielo y estar allí… pendiente de ti.
Nos vemos a cada que podemos, de lo contrario, buscamos el momento. Nos encontramos de frente el uno con el otro como a la vez primera en distinguirnos. Nos vemos a lo lejos y nos conocemos aún sin lentes y volvemos a reír el uno con el otro.
Nos hablamos con ternura, nos tratamos con paciencia, lloramos juntos; también nos consolamos y también nos enojamos, sin embargo… Juntos.
De mí, es llevarte en el pecho y en el alma.