Otorga a la angustia ningún aliento o reflexión,
sana en favor de la casa atlántica;
las estaciones en interminable lealtad
se desvanecen en la soledad de los prisioneros.
Alcanza el trueno en tu sueño
y cruza la puerta de concrescencia
para desvanecerte a la luz de las hojas doradas,
tu flama íntima en cándor abrasa.
Camina entre las penas, ya que son meros gritos
y cabalga a lo largo de los vientos de lados orientales.
Porque el tiempo es breve y la vida es alta,
y deja que el miedo se reduzca a recuerdos pavimentados.