Con la máscara de etérea musa
apareces en tu versión más bella,
suaves pieles de inocente doncella
entrañas de venenosa medusa.
Pretendes inspirar los centelleos
que inocentes acompañan tu estela,
pero tú les sirves de centinela
para someterlos a tus deseos.
Aunque aún excites mi cuerpo inerte
con tus pulsos de sensual agonía
no puedo evitar el aborrecerte
cuando vienes para empañar mis días
con tu aliento corrompido de muerte,
tierna, dulce y amarga melancolía.