Baila ebria en mis versos
no se avergüenza de mi cobardía
ha parido mis lágrimas
se abraza a mí en la calle,
ciñe mi cintura
mama de mis senos
no se consume en la afrenta
de ser mi parasito cotidiano
no me reclama por negar su existencia
me presta su tenue abrigo en las noches
en las que ningún quijote visita mi lecho
no me reclama que la traicione, en algún beso
en algún abrazo con nadie
sabe perdonar mi desesperado y anulador deseo de encontrar
a quien no he perdido
a quien no me espera
sabe que prefiero pernoctar en los brazos de un hombre
que seguir languideciendo de sed,
de desamor entre sus piernas
ella lo sabe
guarda silencio
me hace el amor
solo me pide a cambio
que no deje de llegar a su lado día tras día
noche tras noche con mi adultero rostro
con una roca lista tras mi espalda
para apedrearla
y finalmente darle vida en su nombre:
Llamarla mi rebelde, mi loca
Soledad...