Santiago Riascos

¿POR QUÉ LO MATO SI LO AMABA CON TODO EL CORAZÓN?

Ella lo amaba. Lo amaba con todo, sobre todo y contra todo; y él solo la quería con la mente, con las ganas de un instante, con el impulso de un beso: con un amor intermitente que nunca sintió en el corazón excepto bajo el cierre.
El amor de ella era el amor verdadero, el ciego, el espontáneo, el que todo lo da sin esperar nada a cambio. Por eso jamas pudo sortear las intensiones de él. Jamas pudo ver que él solo la usaba cuando quería, donde podía y como podía.
Pero un día ella escucho su corazón. Mientras él le pegaba después de haber hecho el amor, ella tomo un arma, la misma arma que permanecía en el rincón mas olvidado de la casa, y que nadie nunca había usado, puso el dedo en el gatillo, respiro profundo, le sonrió al albedrío de su alma, sintió el olor de la muerte y el reflejo del cielo en el sonido que disparo la pistola las 4 veces en que apretó el gatillo con la mirada firme en el hombre que amaba con todo el corazón.
(¿Ustedes se preguntaran por qué lo mato si lo amaba tanto?)
Lo mato por no matarse ella, lo mato para no morirse, para no morirse como él la estaba matando, como en efecto la había matado gastandole su juventud, sus instantes, sus momentos y su gloria. Lo mato harta de ella misma, lo mato vengándose de su corazón; de su propio corazón.
Lo mato porque ese maldito ya la había matado sin matarla, la había herido sin herirla: la había matado todos los días, pero la había matado dejándola viva para que muriera muchas veces.
Ella murió después de apretar el gatillo; murió esta vez para siempre, para no volver a morir jamas: murió junto con el maldito que ya la había matado.