La noche, nuestra eterna compañera, nos abraza, y nos protege con su manto maternal
Y el silencio de una noche de verano, nos adormece y nos invita a soñar.
Nuevamente abrazados, en silencio, mirando al vacío de la oscuridad
Sentimos el calor de nuestros cuerpo, y nos dejamos llevar por nuestros deseos.
— ¿Me amas?
— Te amo...
— ¿Cuánto?
Silencio. Una pregunta sin respuesta, o con muchas respuestas. Ninguna correcta.
Te atraigo hacia mi, te beso, acaricio tu cuerpo desnudo, y tus manos juegan con mi cabello...
— No me has respondido —dices— ¿Cuánto me amas?
— ¿Por qué me preguntas eso?
— Quiero saber...
Nuevamente silencio. Nuevamente estamos recostados uno al lado del otro, tomados de las manos
Soñando juntos, dejándonos llevar por las sensaciones y emociones de nuestros cuerpos.
A lo lejos, el silencio de la noche es roto por el sonido de un auto y unos ladridos,
Que desaparecen súbitamente, tal como aparecieron. Y nuevamente silencio.
Puedo sentir tu respiración en mi oído. Puedo sentir tus latidos, y hasta parece
Que si me concentro un poco, podría compartir tus sueños,
Esos que ahora te hacen sonreír, mientras duermes placenteramente, a mi lado...
— Entonces, no me has respondido...
— Creí que dormías. Y no quise despertarte...
¿Sabes? A veces creo que estoy soñando todo el tiempo —te digo—
Y que en algún momento he de despertar de este hermoso sueño,
Para encontrarme con una cruel realidad, donde no estarás Tú,
Ni nada de este mundo que hemos creado para nosotros
Y donde somos felices, a pesar de las dificultades, a pesar de los tropiezos
Hemos logrado encontrar nuestro pequeño universo, donde nos queremos quedar
Donde Yo me quiero quedar, para siempre, a tu lado...
— Te amo, nunca me dejes...
— Te amo tanto....