Es la última noche del año. El salón se encuentra repleto de gente llena de alegría
y trajes de fiesta.
Las mesas con manjares y vinos apetitosos, predecían una noche de gran celebración
La orquesta comenzó a tocar y las parejas abrazadas danzaban en un movimiento
sensual, se diría casi simbiótico.
Todos se encuentran en espera de las doce campanadas que anunciará el último minuto
del año que está expirando y el primero que está por nacer.
Raquel se encuentra en un rincón, apartada totalmente de todos y todo.
Hace algunos días regresó apenas de aquel exilio que ella misma se impuso hace más
de quince años.
Su mente, rauda y veloz, la llevó en un instante al momento y lugar al que ella y
Eduardo se vieran por última vez, Esa triste reminiscencia que tan nítidamente se
presentaba en imágenes que laceraban su corazón, la hizo sentir que éste,
amenazaba con detenerse.
Apenas llegando, se propuso encontrarlo, rogando que él la hubiera esperado con
el anhelo con que ella lo hizo.
Lo buscó a través de las redes sociales, de los amigos en común...
De pronto un grito la sacó de su ensimismamiento: \"!!Uno, dos, ... Doce!!\" y todos los presentes corrían
a buscar a sus parejas para abrazarse, felicitarse y recibir juntos al nuevo año.
Raquel permaneció inmóvil,con el corazón sangrante de tristeza, de añoranza, de total
falta de esperanza, de un completo sentido de despojamiento.
Tan lleno de gente y ella tan sola, sin nadie a quien abrazar, sin nadie con quien
dar la bienvenida a otros 365 días que ahora parecían una loza pesada que ella sola
cargaría.
Hacía unos momentos un amigo le había dado la noticia: \" Llegaron noticias de Eduardo,
pero, ¿qué te parece si mañana te las doy?
Raquel, invadida por la emoción y la ansiedad, instó a su amigo a hablar.
Él, tomándola en sus brazos le susurró: \" Ayer fueron sus oficios fúnebres\", Había sufrido
un mortal accidente...