Hace días que me ahoga el ruido de fondo.
Burbujas obscenas encabritan mi alma
y me dejan hundido en el negro silencio,
un murmullo enervante que me hierve en el pecho
y me nubla la mente como ciega amenaza.
Abro los ojos para ver la luz y me invaden las sombras,
pegajosos fantasmas que intentan poseerme
y arrastrarme con ellos.
Arrojo la pluma con rabia e impotencia
y me asomo al vacío de la ventana
que parece atraerme como una amante,
un abismo sin fondo donde cantan sirenas
que me llaman con sus voces procaces.
Hace ya varias vidas que zozobro
en el mar de la angustia silenciosa,
en las aguas de tenebrosos miedos
que me escupen espumas en sus olas.
Hace siglos que casi no respiro
que la náusea me quema la garganta
que las manos me tiemblan azoradas
y se buscan a ciegas
para unirse en una plegaria
muda, fugaz, desesperada.