Una mañana en lontananza
Cuando las nubes jugaban con el Sol
Entre el canto de las aves y el coqueto girasol
Creí ver su rostro una dulce sonrisa.
Animado por mi febril pensamiento
Cogí un bello y rojo clavel
Y envuelto en una sonrisa de oropel
La ofrecí lleno de puro sentimiento.
Desde entonces cada mañana
Había para ella un hermoso clavel rojo
Que cada día como tierno ovillejo
La llenaba de alegría y vida plena
Pero el solo clavel no bastaba
Para retribuir su dulce sonrisa
En las noches acompañado de la suave brisa
Una canción de amor al viento le regalaba.
Una mañana con el rojo clavel encendido
La vi caminar con paso repentino
A la estación del tren sin destino
Parecía que se iba al confín del mundo perdido
El tren pitando en el vacío se perdió
Dejando mi corazón adolorido y mustio
El rojo clavel pronto marchitó
Y el silencio todo lo cubrió.
Desde entonces vago por la estación
Quizás el tren retorne algún día
Y vuelva a sonreír mi alma impía
La espero siempre con una flor y una canción
Lima 16 de marzo del 2018