Diego Nicolás García Contreras

crude

hay una posibilidad de trabajo
en el horizonte
avísame cuando termines de alistarte
y ya seas el lince que ví antes
un par de segundos
en tus ojos
deja la comida que te corroe
emprende de nuevo un viaje
hacia las estrellas
y enlázate
sabes que eres suficiente
y demasiado
para estar vigente
entre las constelaciones
esta vez pretenderé encontrarme 
con el elemento permanente
la ambivalencia en mis movimientos
me desconcierta sin anuncios
por el aire encendí mi mecha
sin una guía certera
sin la pasión construida
y de globo en globo
pasé mi vida
el viejo que ríe a mi lado
es de mi misma esencia
de la enferma miseria que llevo entre los dientes de mi alma
inanición del prana que mastica la vida
y se queja de escasez
precariedad de mis caries
desafían con escarnio
a mis carnes
a mi cráneo
putrefacto
de pensamientos
hollados
de polillas carcomidas
y cráteres construidos
en concreto
destruí mi crencha
entre las acacias
y mojé las las suelas de mi esencia
y todavía
impregno mal al derredor que me rodea
al roedor que me carcome
en la punta de mi lengua
puentes en ruina
en suelo seco no posé nunca mi nuca
y entre establos llenos de barro armé mi cuna
afuera
baten las armas en las plazas
arman las mesas entre sopas
y las ramas se cuelan por las ventanas
aparecen raíces en los suelos
y risas frenéticas en los desvelos
creo que cargo más cruces que cristo
y más melodías también
ranas croan en mis carpas
ríos corren en mis sueños
crecen arcos en mis cartas
y atraviesan mundos crueles
sin nadie que vigile
entran felices
arlequines, algunos crotos de viaje disipan las felicidades de los arcangeles
que con sus ojos de arcoíris
decretan vidas hechas humo y pesadillas
que con sus cuerpos hechos de luz
acarician cada segundo de los actrices de las cúspides drámaticas
desnudando el alma de los espectadores
que son quienes trémulos deambulan por la vida
en cada callejó culposo
que llega a su fin
en con esta cruda estrada poética