Que bulliciosa eres congoja en mi silencio,
mejor amodórrate, te presto uno de mis cuentos,
te leo un poema a flor de piel;
pero déjame calmo con tu bisbiseo.
¡Ay! pensamientos agrietados, incordian:
los quiero envueltos en cobijas del olvido.
Quisiera que fuera la última vez que viva mi alma
que respire el aire burdo.
¡Espacios vacíos para poder gritar!
¡Un espacio vacío para rendirme!
No deseo abrir mis ojos,
me quema ese marrón embobado;
esta pesadumbre no la puedo hacer desaparecer,
quiero huir, desasir ¿Me podré desvanecer?
Me bebo lo amargo de un nudo en la garganta,
lo agrio de esta mañana grisácea.
Escura tengo el habla en la molleja.
¡Espacios vacíos para poder gritar!
¡Un espacio vacío para rendirme!
Cuesta luchar contra los demonios
me es imposible despojar el ansia de las tiniebla;
cara a cara con el precipicio.